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Cultura de la marginación


Las representaciones de las comunidades pobres en Brasil muchas veces nos presentan imágenes de una población que sólo posee como principales agentes la exclusión social y la violencia. Favela es sinónimo de violencia y narcotráfico. Una etiqueta muy fácil de imponer a los más de 4.000 barrios marginales de Brasil. Sin embargo, muy pocos saben que los símbolos más exportables del país, desde la samba al carnaval, son productos culturales surgidos en estos suburbios.

La favela Cidade de Deus se hizo famosa en Europa por la película de mismo nombre del director Fernando Meirelles, que narra las guerras del crimen organizado y las andanzas de una banda de adolescentes liderada por un asesino compulsivo, el sanguinario Zé Pequeño. Esta interpretación cinematográfica representa la imagen de unas comunidades donde muchas veces las relaciones sociales traspasan los límites de lo justo, y así lo tomamos por su identidad. Con sus trazados caóticos, las favelas son delineadas con dibujos de líneas sinuosas y entrelazadas para formar tramas laberínticas. Estructura compuesta por gran número de divisiones (pasillos angostos, callejones, claraboyas) y de resoluciones espaciales tan complejas en las que difícilmente podríamos orientarnos. Un universo cerrado que mantiene sus propias reglas, un campo de batalla donde los moradores son soldados armados. Un bando de miserables, asociados a un estado de barbarie cuyos límites están determinados por su propia miseria, que parecen amenazar el confortable mundo civilizado de las élites brasileñas.

Dentro de todos estos signos externos que a primera vista no ayudan a deshacer el tópico de marginalidad, la mayoría de la población lleva una vida alejada de la violencia. Este mundo de chabolas se ha convertido en uno de los mayores focos emisores de cultura de Brasil. Una cultura caracterizada por ser tremendamente joven y autogestionada. Sin ninguna ayuda de las autoridades, esta gente, salida de los guetos y la pobreza, hace música, moda, danza o teatro como alternativa a la violencia. Una marca de identidad propia y de distinción que gana hoy visibilidad como la fuente de significado de un submundo atrapado por la marginación estatal y por las clases altas del país.

El resultado es una cultura bastante singular, de carácter local y ciertamente aislada pero que se conecta con el resto del país y del mundo gracias a las poderosas armas de Internet. A través de Google, el gran buscador de la Red, se encuentran páginas referentes a multitud de proyectos y algunos incluso con web propia, imagen corporativa y logotipo. Desde compañías de teatro hasta una agencia de fotógrafos. Todo por un mismo objetivo: mostrar al mundo la realidad de la favela a través de su propia gente sin los tópicos creados desde el exterior.

Es una cultura conectada a la Red, de tal modo que existen favelas que sólo pertenecen al universo virtual, como es el caso de la web de Viva Río, una de las ONG más potentes del país. Esta organización da trabajo a un millar de personas y está presente en 600 comunidades pobres con proyectos de superación de la violencia, trabajo para jóvenes y propuestas de educación y cultura sobre todo a través de Internet.

Por otro lado, se encuentra TV ROC, la primera televisión por cable hecha y gestionada desde una comunidad marginal. Se emite en Rocinha, la favela más grande de América y una de las más emblemáticas de Rio de Janeiro con cerca de 200.000 habitantes. Por 7 euros al mes toda una programación compuesta por 25 canales en una ciudad sin alcantarillado, sin agua corriente y sin servicio urbano alguno.

Tony Barros, fotógrafo nacido en la favela de Cidade de Deus, en el mismo lugar donde nació el famoso Zé Pequeño, vive entregado a la solidaridad con su comunicad. Desde 2002 dirige Lente do Sonhos, una escuela de modelos en la que centenares de jóvenes favelados de hasta 21 años y de ambos sexos participan de diferentes actividades como son la moda, la fotografía o la danza. “Tenemos a la vez una cultura supervocal, aislada y muy conectada con el mundo por Internet”, comentaba el fotógrafo en una entrevista. Son las principales características del auge de una cultura contra la marginación en espacios donde la miseria y la pobreza conforman estos escenarios.

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